💌 No eres una tarea pendiente.
Ayer leía a Byung-Chul Han.
Hablaba de cómo hemos perdido la capacidad de estar sin hacer,
sin pantalla,
sin urgencia,
sin alguien que nos confirme.
Pero no hace falta que nos lo diga un filósofo.
Lo sentimos en el cuerpo.
Ese cansancio que no se quita durmiendo.
Esa inquietud que no se calma con planes.
Una desconexión que no se resuelve planificando ni viajando.
Y está bien.
Porque sentirlo ya es el comienzo.
༄ Vivimos inmersos en el ciclo de la dopamina rápida.
Notificaciones, métricas, likes, validación.
Un sistema nervioso sobre estimulado.
Un cuerpo que no sabe cómo parar…
sin sentir peligro.
El teléfono se ha vuelto como una extensión del yo.
Administra nuestra atención.
Nos absorbe.
Nos adormece.
Y en medio de tanto estímulo,
es fácil confundir re————- actividad con existencia.
Estrategia con presencia.
Rendimiento con valor.
Adormecimiento con conexión.
Y en lo más hondo,
donde casi no llegamos,
late eso que tanto cuesta nombrar:
el vértigo de estar con lo que aún no hemos podido soltar.
No es solo emocional.
Es físico.
Es nervioso.
Es real.
✺ La vigilancia se ha vuelto fondo.
✺ El cansancio, estación de salida.
Pero la interioridad no es un lujo.
Ni un privilegio reservado para los retiros de invierno.
Es tan esencial como el descanso profundo… y seguro.
Cuando no hay espacio dentro,
cuando no cultivamos presencia interior,
todo lo demás se desordena:
el sueño, la percepción, el deseo, la sexualidad, el sentido.
Nos volvemos hiperreactivos hacia fuera
y desvinculados por dentro.
Y en el fondo,
suele quedar una tristeza quieta, apenas visible.
Una soledad que no nace de la ausencia de otros,
sino de haber perdido la ruta de regreso a uno mismo.
༄ Y sabemos,
que el vínculo no se construye en la exposición,
sino en el recogimiento ————> En la pausa.
En ese lugar donde no hay que hacer nada para merecer ser vistas.
Quizás sea hora de devolverle dignidad a lo invisible.
Abrir espacios donde no haya que hacer nada.
A eso que no busca ser aplaudido,
ni explicado,
ni medido.
Abrir espacios donde no haya que rendir.
Donde solo haya que estar.
Sin performance.
Sin likes.
Sin metas.
Solo presencia.
Sí, al principio puede parecer sin sentido.
Pero si lo hacemos juntos,
si nos acompañamos…
aparece el alivio.
Porque rendirse al descanso no es fácil.
Nos enseñaron a resistir el agotamiento,
no a abrazar el cuidado.
Y para eso hace falta sostén.
Hace falta comunidad.
La práctica de yoga nidrā es, para mí, un espacio donde el cuerpo aprende que puede descansar sin estar en peligro.
Y llegar ahí me ha llevado años.
Una práctica que no pide esfuerzo.
Que no exige.
Que no te mide.
Solo te invita a descansar.
A tumbarte en horizontal.
A sentirte acompañada por dentro.
A dejar que tu sistema nervioso encuentre un ritmo más suave de vivir.
Sin tener que 〰️〰️〰️ rendir.
Es una forma de recordarnos volver.
De parar.
De cuidarnos.
༄༄༄ De darnos fuerza en eso tan simple, y tan radical,
como lo que más necesitamos:
Parar. Como acto de salud interior.
De cuidado.
De humanidad compartida.
(Imagen: @cosmos )